Josep Manel Rubio . mayo 2008
En la salida por el Maresme (Barcelona), tuvimos un guía de excepción, Quim Graupera, gran conocedor del románico de la zona, que participó en la elaboración del volumen dedicado al Maresme de la enciclopedia Catalunya Romànica, forma parte del Grup d’Història del Casal y de la junta directiva de Amics de l’Art Romànic de l’Institut d’Estudis Catalans. Tiene un blog sobre el Maresme Medieval (http://www.quimgraupera.blogspot.com/) con artículos muy interesantes sobre buena parte de las iglesias y castillos de esta comarca barcelonesa.
A la orilla del mar, con negros nubarrones, que presagian agua a raudales, llenos de gozo, los Amigos bajo los paraguas nos reunimos; "il capo Esteve" da las instrucciones para llegar a nuestra primera visita, que realizaremos bajo una ligera lluvia; es difícil imaginarse el entorno en la Edad Media cuando se realizó la obra de esta pequeña iglesia rural, datada en el S XI, ahora flanqueada por la autopista, dentro del perímetro de un club de tenis, en una urbanización de variopinta edificación.
Salvada in extremis de la autopista, por una población que se opuso a su desaparición, mantiene altiva su "románica sencillez", no tiene escultura, ni pintura, sólo sus piedras (sillarejo), ábside circular y vuelta de cañón en el techo, Sant Martí de Montgat, te dicen, aunque hasta eso te ponen en duda.
Entre la casa y la piscina, prerrománica, en propiedad privada, Sant Cristòfol de Cabrils, s. X, en montaña urbanizada, tuvo túnel que la comunicaba con casa fuerte de época; curiosa ventana de herradura, restos de retablo pintado, hasta fuste romano tienes, ábside cuadrado y todo en obra con vuelta de cañón, con marcas de la cintrá que la fajó en la construcción. Todo de una sencillez espartana, típica de iglesia rural catalana, de escasas dimensiones; S. Cristóbal, aquí no tenías río que cruzar pero si buena gente que cuidar.
Mar, montaña y de nuevo al mar sereno, bajo negras nubes, Sant Pau de S. Pol de Mar, s. X al XII, arrogante sobre una pequeña colina, bien visible desde mar adentro ¿fuiste faro romano? ¿templo quizás?, se sabe tan poco de ti, que los Amigos, especulamos sobre tu cripta, tu nave y hasta el agujero del suelo; eres singular más por lo que ignoramos que lo que de ti conocemos.
Tanta sencillez, nos ha abierto el apetito, llamando a la gula, volvemos a la montaña, el restaurante, en edificio de románico tardío, 1916 según la leyenda de su frontal, ostenta torre con cuatro relojes, su comida no defrauda.
"Il capó Esteve", sin consideración a la bien merecida siesta, nos encamina al siguiente encuentro, que exteriormente presenta irregularidades en el edificio, no sabemos si no llegó a concluirse o cayose con el paso del tiempo, simplemente se esbozó algo sin continuidad; la orientación tampoco augura nada bueno; afortunadamente Quim, nuestro guía y experto en el tema, lo aclara in situ; lo que estamos viendo, son restos románicos del s.XII con reformas góticas del s.XIV, sobre dependencias del antiguo priorato, pero no se sabe si sobre la capilla del mismo.
No sin cierto esfuerzo, consiguen arrancarnos de tan mágico lugar, que en medio del bosque, al lado de una antigua masía, el debate se centra en las especies botánicas de la zona, Sant Pere de Clarà o de la Florestá (por lo de la botánica).
Parada sin fonda, en Òrrius, pueblo de montaña, que más parece una urbanización propia de lugares cercanos a la costa. Dentro de la iglesia parroquial, que el mosén nos ha abierto amablemente, de un gótico austero, tenemos la capilla del Rosario, resto de la iglesia prerrománica y románica, s. X-XI (prueba de la fuerte romanización y temprana cristianización de estos contornos), de piedra de río, desvastada por una de su caras, tiene como anécdota curiosa, que en su rehabilitación apareció un tesoro compuesto de monedas de los Ramones (Ramón Berenguer y Berenguer Ramón), actualmente en el MNAC.
Habiendo comenzado el periplo, por una típica iglesia románica catalana, lo cerramos en otra de similares características, de las que ves en la foto y dices: rural catalán: pequeña, sillarejo, ábside circular con pequeña ventana al centro, sin arcuaciones; hasta el santo lo es: Sant Bartomeu de Cabanyes, s.XI-XII.
Sin querer elevarte al arzobispado, Esteve, has acertado de pleno en la elección; después de tanto MNAC, nos venía bien una dosis de humildad, como son las sencillas iglesias rurales, sólo el hombre y la naturaleza.
De las muchas anécdotas, que deparó el día, me quedaría con las del maestre Juan Antonio, magister fotografus y sus variados trípodes para hacer el sillar de grupo, viejo coche (Dyane 6, que todavía funciona), silla con suplemento de caja de tomates y la última como paso a la modernidad el retrovisor de un vehículo y el recuerdo de la señora de la última iglesia, Montse, que vive sola y a pesar de su longevidad, coge el coche (el Dyane) para ir a la compra.
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