No podíamos marchar de Milano sin entrar en su joya, la Basílica de S.Ambrogio, que ya conocíamos.
No tiene desperdicio y cuando vuelves a un sitio como este, profundizas y descubres cosas nuevas.
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Y acabamos con ina capilla previa a la construcción de la basílica, il Sacello di S.Vittore in Ciel d'Oro, del S IV, con mosaicos del V. hoy bajo una de las torres de S.Ambrogio.
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